domingo, 24 de enero de 2016

Historia de Valencia fuera de Valencia.

EL MUSEO PERDIDO

Las siete maravillas 
del arte valenciano... que 
no están en Valencia

CARLOS AIMEUR. 25/04/2015 El retablo del Centenar de la Ploma en Londres; la Dama de Elche en Madrid; la puerta de la capilla del Palacio de Mosén Sorell en el Louvre...
VALENCIA. Algunas, la mayoría, fueron vendidas. Otras, desmanteladas, aparecieron en el mercado de subastas y nadie pujó por ellas. Durante el siglo XIX y principios del XX gran parte del patrimonio artístico valenciano quedó desperdigado por Europa y América. Como sucedió en toda España, muchas obras de arte salieron de la Comunidad Valenciana para nunca más volver. Con todas ellas se podría crear un gran museo de obras perdidas.
En varias ocasiones se ha intentado que algunas de estas maravillas volvieran a la Comunidad Valenciana. Algunas lo han hecho de manera temporal, para exposiciones concretas. Por sus especiales características, por lo complejo de su traslado, la mayoría es difícil que regresen alguna vez. Ahora si los valencianos quieren verlas deberán ir a diferentes partes del globo.
1. RETABLO DEL CENTENAR DE LA PLOMA. LONDRES.
Fue pintado a principios del siglo XV por el pintor de origen alemán Marçal de Sax yMiquel Alcanyiç, para la Compañía de ballesteros del Centenar de la Ploma, la milicia de la ciudad. Con unas dimensiones de 6,60 metros por 5,50 metros, se halla en estos momentos en el Victoria and Albert Museum de Londres y desde 1999 preside una de las salas más importantes de este centro. Dice el profesor Eduard Mira que "es una vergüenza que esté fuera" de Valencia por su valor simbólico. "Desprenderse de él fue error; se perdió mucha pintura gótica por culpa de la Academia de Bellas Artes de entonces y las autoridades", se lamenta.
El conjunto fue adquirido en París en 1864 por el South Kensington Museum de Londres, que era el nombre que tenía el centro que ahora conocemos como Victoria and Albert Museum. En la operación intervinieron directamente su entonces director, Henri Cole, y el tasador de arte del Departamento de Ciencia y Arte, J. C. Robinson, según relata Matilde Miquel Juan en su artículo ‘El gótico internacional en la ciudad de Valencia'. El retablo fue comprado por 800 libras esterlinas, 20.000 francos, una cifra "desorbitada", dice Miquel Juan, "si se compara con las 300 libras que se pagaron en 1861 por el maravilloso relieve de la Ascensión deDonatello".
"Los ingleses sí que supieron comprar porque adquirían toda la pintura caballeresca y nos dejaron los santurrones barbudos", bromea Mira. Entre los motivos que explican que se dejara salir de Valencia esta obra se halla el capricho de las modas. "En Inglaterra el gusto por el gótico no se muere nunca. Ese tipo de pintura les gusta mucho. Allí dicen que es el retablo gótico más bonito de Europa. De hecho lo tienen muy bien expuesto y muy bien cuidado, e igual incluso se hubiera perdido en España. Sólo hay que recordar lo que sucedió en la Guerra Civil", especula.
Hubo un intento de que la obra volviera a Valencia. Mira, con la ayuda de personalidades como el ex conseller Fernando Villalonga,negociaron con los responsables del museo londinense para que se prestara al Museo de Bellas Artes de Valencia. El director Mark Jones (2001-2011), que ahora está en Mark Jones.Oxford, vino a Valencia y se quedó "muy convencido" al ver que la obra estaría bien acompañada de retablos coetáneos, al tiempo que le tranquilizó la calidad de los equipos de restauración de Valencia.
"La idea era que estuviera tres o cuatro años en Valencia a cambio de que le cediéramos algún retablo similar, y después realizar un programa mixto de investigación entre nosotros y los ingleses. Nos faltaba el voto del conservador jefe de la National Gallery y había que mover muchas teclas, pero estábamos cerca. El problema es que los participantes en el juego (Ayuntamiento, Generalitat y Estado) eran de diferentes partidos políticos y ahí hubo dificultades. Se podría haber traído pero teníamos que pasar por encima de vanidades e intereses políticos, y hasta ahí no llego", resume.
2. RETABLO DE SAN ESTEBAN, DE JOAN DE JOANES. MADRID.
En el artículo ‘Nuevas noticias sobre el retablo de la vida de San Esteban de Joan de Joanes' de Mercedes Gómez-Ferrer, la historiadora valenciana relata como esta pieza, "una de las obras más significativas del pintor" y "una de las más conocidas" por conservarse gran parte en el Prado, fue vendida al rey Carlos IV en 1801 para "sufragar los gastos del presbiterio de esta iglesia". En concreto, explica el ex director del Prado, Felipe Garín, la obra fue vendida porque el cabildo "quería reformar la iglesia para hacer el presbiterio neoclásico". De nuevo la modaexpulsaba de Valencia una obra maestra.
Pintado por Joan de Joanes (1507-1579) por encargo del Duque de Calabria en torno a 1562, fue una de las pinturas más caras de su tiempo; de hecho el pintor valenciano llegó a cobrar 90 libras por una sola tabla, la del martirio. Las piezas "salieron de su espacio natural, que era la iglesia de San Esteban", explica Garín y acabaron primero en el Palacio Real y después en el Prado. "No seré yo quien diga que no están bien en el Prado, pero sí que es cierto que fueron pintadas para la iglesia, que ése era su sitio original".
Las piezas que componen el retablo "son magníficas", prosigue Garín. En una de ellas la tradición sostiene que está el autorretrato del pintor. Han regresado a Valencia sólo en dos ocasiones en los últimos 35 años. La última vez fue para la exposición que comisarió el malogrado Fernando Benito en el año 2000, y antes, en el tránsito de 1979 a 1980, en una muestra que organizó el propio Garín.
3. BIBLIA VALENCIANA DE BONIFACI FERRER. NUEVA YORK.
Durante décadas se ha creído que las dos hojas que conserva la Hispanic Society de Nueva York de la Biblia valenciana de Bonifaci Ferrer (1350-1417), hermano de San Vicente, son las únicas que quedaban de este incunable, si bien recientes estudios aseguran que en la Biblioteca Nacional de París se conserva una íntegra, y en la Biblioteca Mazarina, en la Colombina de Sevilla, y en el British Museum se conservan fragmentos.
Todo ello no es óbice para que el bibliófilo y escritor valenciano Rafael Solaz considere a esa hoja expuesta en Nueva York como "una joya". "Es un vestigio único de lo que fue laBiblia valenciana", recuerda. La traducción al valenciano de las Sagradas Escrituras, la tercera en lengua moderna que se hizo en la historia, se imprimió en 1478, 61 años después de la muerte de Fray Bonifaci, y pronto fue objeto de persecución por parte de la recién nacida Inquisición española, creada precisamente en ese año. Atendiendo a los decretos del Concilio de Tolosa (1229), que prohibían la lectura de la Biblia en lengua vernácula, se ordenó su destrucción. Sin embargo las protestas en Valencia consiguieron paralizar en parte el edicto.
Pese a salvarse de la quema, y nunca mejor dicho, la obra de Fray Bonifaci fue perdiéndose. "La importancia de esa obra y de esa hoja", dice Solaz, "es muchísima". "En 1791 es la primera vez que tenemos constancia de la hoja que ahora exhibe la Hispanic", comenta Solaz. Contiene el Apocalipsis e incluye las referencias editoriales, indicando que había sido impresa el mes de marzo de 1478 porAlfonso Fernández de Córdoba y el impresor ‘Lamberto Palomar', Lambert Palmer, el alemán que introdujo la imprenta en España a través de Valencia.
Tras la Guerra de la Independencia esta hoja apareció en la alquería de Bellver, situada en el camino de Burjasot, hoy avenida Burjassot, a dos kilómetros de la ciudad. A la hoja se le había añadido un grabado de Fray Bonifaci. Con el tiempo sería adquirida por Archer Milton Huntington para su Hispanic Society. Allí se encuentra.
4. LA DAMA DE ELCHE. MADRID.
Es la obra maestra del arte íbero. Realizada entre mediados del siglo V y mediados del siglo III antes de Cristo, esta urna funeraria está considerada como el más perfecto ejemplo de escultura íbera. En la actualidad preside el Museo Arqueológico Nacional, donde está depositada desde 1971. Fue hallada el 4 de agosto de 1897 por unos campesinos mientras trabajaban unas tierras del doctor Manuel Campello en la Loma de la Alcudia, cerca de Elche. La noticia del hallazgo se difundió pronto. Llegó incluso a estar expuesta en el balcón de la casa del doctor para que todo el mundo la pudiera ver.
A los diez días de su hallazgo, el hispanista y arqueólogo francés Pierre Paris, invitado por el archivero local para asistir a ver el Misterio de Elche, descubrió la obra y no dudó en enviar una fotografía al Museo del Louvre. Recomendó la compra inmediata. El museo buscó un patrocinador y lo halló: el banqueroNoël Bardac la adquirió el 18 de agosto por 4.000 francos de la época. A finales de ese mes la obra partió para Alicante y, tras una escala en Barcelona, llegó a París donde estuvo expuesta más de 40 años y donde fue bautizada como Dama de Elche. Pese a que su venta había sido completamente legal y pese a que en el Louvre estuvo siempre bien expuesta, presidía la sala de la cultura ibérica, la generación del 98 convirtió en una cuestión prioritaria su vuelta a España.
Si regresó fue por la victoria nazi sobre Francia durante la II Guerra Mundial. En 1940 el entonces director general de Bellas Artes, elMarqués de Lozoya, negoció con el gobierno de Vichy un intercambio de obras con Francia a cambio de la vuelta de la Dama de Elche, laInmaculada de Murillo, piezas del tesoro de Guarrazar y una esfinge de El Salobral. Como contraprestación España donaba a Francia de un Velázquez de segunda, posiblemente una copia de taller, y un Greco, también de segunda fila. Según Lucía Martín Cédric Gruat,coautores de El retorno de la Dama de Elche (Alianza 2015), este regreso conllevaba también el compromiso por parte de España de que no participaría en la II Guerra Mundial. Uno de los primeros en visitarla ya en España fue el jerarca nazi Heinrich Himmler, quien, según publicó entonces el ABC, le prestó "especial atención". La vuelta a España de la Dama de Elche fue tan celebrada que en 1948 se llegó a expedir un billete de una peseta con la efigie. Permaneció en el Prado durante tres décadas hasta que fue trasladada al Museo Arqueológico Nacional.
La directora del Instituto de Restauración,Carmen Pérez, asegura que hay que ser comprensivos con las personas que decidieron venderla. "Tenemos que darnos cuenta de las circunstancias, del momento histórico en el que estaban, en el que no se le daba el valor que le damos ahora al arte...", comenta, antes de recordar que en la actualidad está muy bien expuesta en el Museo Arqueológico Nacional.
Cuando Pérez fue directora general de Patrimonio (1995-1999) hubo un primer intento para que volviera a Elche temporalmente. "Dijeron que era imposible y al final vino", recuerda. En concreto fue en mayo de 2006, durante seis meses. "Traer se puede traer a la Comunidad Valenciana, lo que pasa es que no es fácil porque es del Estado, está muy bien expuesta, se la ha tratado muy bien y se tendría que buscar un sitio muy adecuado", comenta. "Está claro que es una pieza que la gente podría ir a Elche a contemplarla, pero también es cierto que en Madrid la pueden ver muchas más personas", prosigue. "Pasarle no le pasa nada si regresa, si la traen una temporada de nuevo y a los ilicitanos les llenaría de satisfacción", vaticina.
Eso es lo que parece que sucederá. El propio director del Museo Arqueológico Nacional,Andrés Carretero, aseguró el pasado mes de marzo en declaraciones a la agencia Efe que era "razonable" que durante la próxima legislatura se vuelva a aprobar una cesión temporal. Sería el año que viene. Sólo temporalmente, sí, pero al menos volvería.
5. PUERTA DE LA CAPILLA DEL PALACIO DE MOSÉN SORELL. PARÍS.
El triste destino del palacio de Mosén Sorell es un epítome de la relación de los valencianos con su patrimonio artístico. El palacio, una lujosa mansión de principios del XV que se ubicaba en la calle Corona, en el lugar donde hoy se levanta el mercado del mismo nombre, había llegado a finales del XIX en excelente estado de conservación. Pero el 16 de marzo de 1878, cuando albergaba el Ateneo Casino Obrero, sufrió un incendio, en principio provocado, que lo dejó casi en ruinas.
Del siniestro se salvaron tres portadas góticas. Una de ellas era la de acceso al palacio desde la calle que se guarda desde 1924 en la Galería Parmeggiani en Reggio Emilia, Italia; otra, la de la portada que permitía el paso desde la antesala al salón principal, está en la actualidad en el Museo de Cerámica deFOTO: CIRCULO POR LA DEFENSA Y DIFUSIÓN DEL PATRIMONIO.Manises; la tercera, la más hermosa, la de entrada a la capilla atribuida a Pere Comte, fue adquirida por el Gobierno francés en 1883 y puede admirarse en Louvre de París. Hace ahora una década, en 2003, el Ayuntamiento de Valencia llegó a solicitar al museo que la devolviera, petición que fue desestimada.
El arquitecto valenciano José Ignacio Casar Pinazo cita el reciente libro La destrucción del patrimonio artístico español. W.R. Hearst: El gran acaparador (Cátedra, 2012), un estudio del catedrático José Miguel Merino de Cáceres y la profesora María José Martínez Ruiz, que según él describe a la perfección cómo fue el expolio de este palacio. "Entonces en España no se valoraba el arte gótico, pero también pasó con la colecciones de tapices, que fueron vendidas, en ocasiones con el beneplácito de las propias instituciones", explica.
"Cuando Ignacio Pinazo hizo su discurso de ingreso en la Academia de Bellas Artes [en el año 1896], aseguró que la academia estaba llena de marchantes, porque muchos historiadores del arte y académicos se estaban dedicando a la venta de obras de arte, al expolio que entonces no se le consideraba como tal. Él pretendía llamar la atención sobre este saqueo", dice. La actitud de Pinazo y la de otros como él frenó en parte la sangría, aunque ésta aún duraría décadas.
6. PALACIO DE LOS CONDES DE CENTELLES DE OLIVA. COPENHAGUE.
El Palacio de los condes de Centelles de Oliva era un paradigma de la arquitectura valenciana de su tiempo, al combinar un gótico tardío con elementos mudéjares y decoración renacentista. Mandado construir por Francesc Centelles a principios del siglo XVI, por entronques matrimoniales acabó pasando a los Borja, luego vinculados a la casa ducal de Osuna, si bien nunca lo habitaron de forma permanente. Se fue deteriorando progresivamente. Estaba ya en mal estado cuando en 1871 fue vendido a particulares, que lo compartimentaron, abrieron una calle en medio del patio y acondicionaron viviendas para familias humildes.
Con el inicio del siglo XX los materiales más suntuosos se fueron arrancando y vendiendo. En 1917 se interesó por él, cuando ya estaba muy devastado, el anticuario y erudito danésEgil Fischer, quien compró partes del inmueble. Su intención era desmontarlo y, auxiliado por el arquitecto Vilhelm Lamitzen, trasladar los restos a Dinamarca para reconstruirlo en una casa de su propiedad. Así, sacó varios relieves escultóricos, columnas, rejas y partes del friso de la Sala de Armas, algunos de los cuales se encuentran ahora en el Museo de Artes Decorativas de Copenhague y otros en la Hispanic Society de Nueva York, tras su compra en subasta en Londres en 1980.
Maqueta del palacio de los condes de Centelles que se exhibe en Oliva.
En 1920, cuando la mayor parte del daño estaba hecho, el Gobierno español quiso poner freno a este desmantelamiento y el edificio fue declarado Monumento Histórico Nacional, una declaración que llegaba tarde. Por si fuera poco, los restos del palacio sufrieron graves tormentas en 1932 que derrumbaron más partes del inmueble, a lo que hay que sumar las consecuencias de la Guerra Civil, que terminó por destrozar la carpintería, hasta que se produjo su derribo en la década de los 50.
"Había una voluntad de expolio, de creación de un patrimonio artístico en Estados Unidos, que al final lo han logrado a través de la importación", dice Pinazo. "También pasó en Francia, pero donde hay más arte, en España en Italia, es donde sucedió con más frecuencia", añade. El problema de fondo, dice, es que no existía una catalogación adecuada del patrimonio artístico. Una carencia que aún hoy perdura. "Que no exista una catalogación todavía en condiciones del arte propiedad de la iglesia, por ejemplo, es una vergüenza", insiste. 
7. CERÁMICA VALENCIANA MEDIEVAL. NUEVA YORK.
Una de las sorpresas que se llevan muchos valencianos cuando visitan el Metropolitan de Nueva York es descubrir las vitrinas dedicadas a la cerámica medieval de Manises. La colección está considerada por muchos especialistas como una de las mejores, sólo superada por la de la Hispanic Society, la indiscutible número uno en Estados Unidos. Así lo cree también el director del Museo Nacional de Cerámica, Jaime Coll, quien resalta que "en el Plato con las armas de Blanca de Navarra (1427-1438).Brasero de finales del XV, principios del XVI.extranjero las piezas de cerámica de Manises son protagonistas".
La inmensa mayoría de estas obras salieron antes de 1905, según explica el director del González Martí. Después de esa fecha, dice Coll, todas las grandes colecciones museísticas ya estaban formadas así que el ritmo de exportación y salida de obras fue menor. Fueron los investigadores franceses los que en torno a 1850 pusieron a los objetos cerámicos (platos, recipientes, tarros...) hechos en Manises como "cumbres del arte cerámico" y eso fue lo que provocó que durante ese medio siglo que llega hasta 1905 los grandes museos comprasen hasta acaparar "las mejores piezas".
Las que más interesaban en Estados Unidos eran las que tenían heráldicos de familias nobles europeas. Así sucede con algunas de las que se exponen en el Met, como un plato con la heráldica de Blanca de Navarra que el museo neoyorquino data entre 1427 y 1438. Con los años quedaron pocas. Una de las últimas disponibles en el mercado fue un plato con el heráldico del Duque de Borgoña queLázaro Galdiano (1862-1947) compró poco antes de morir.
Para Coll, el que buena parte de los platos de Manises se hallen en el extranjero, lo que confirma es "el retraso en este país por la investigación avanzada". Si hubieran existido estudios y centros como los que sí existían en los países europeos, jamás se habrían perdido todas estas maravillas. "Pero como siempre,hemos ido a remolque, y por eso las hemos perdido. Ésa es la moraleja de esta historia", concluye.

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