Por qué pelearon católicos y ortodoxos hace mil años
Este viernes se realizará el histórico encuentro entre el papa Francisco y el patriarca de la iglesia ortodoza Kiril
Nada dura para siempre, ni siquiera la enemistad. Los más de mil años de rivalidad entre la Iglesia católica y la ortodoxa serán puestos a prueba este viernes con el encuentro en La Habana entre el líder católico y el patriarca de la iglesia rusa, la más grande e influyente de la Ortodoxia.
Por lo tanto, pocas veces el calificativo “histórico” estuvo tan justificado.
La reunión de dos horas en la neutralidad del aeropuerto de la capital de Cuba entre el papa Francisco y el patriarca Kiril es visto como un primer paso para la reconciliación entre las dos mayores iglesias en las que se divide el cristianismo.
BBC Mundo explica algunas claves de una división milenaria y de un posible entendimiento futuro.
¿Qué sucedió en el año 1054?
La fecha es simbólica. Es el punto final de una división que se venía gestando durante siglos. En 1054, el Papa de Roma y el Patriarca de Constantinopla se excomulgaron mutuamente y así comenzó lo que se conoce como el gran cisma del cristianismo, que aún pervive.
Pero las iglesias cristianas de Oriente y Occidente se habían ido separando desde hacía siglos, sobre todo culturalmente. En Occidente se hablaba latín, mientras que en el Oriente bizantino prevalecía la cultura helenística griega.
La cuestión, sin embargo, iba más allá de lo lingüístico y cultural. El enfrentamiento, además de en las diferencias rituales, se sustenta en cuestiones teológicas o doctrinarias como el concepto de purgatorio y la llamada “controversia trinitaria”.
Mientras en Occidente se cree y se reza al Espíritu Santo, que de acuerdo con las corrientes teológicas más extendidas en la Iglesia occidental “procede del padre y del hijo”, los ortodoxos prescinden de la figura del hijo.
Es el conflicto por lo que en latín se denomina “filioque” (“y del hijo”).
“Esa única palabra ha generado concilios, guerras, malentendidos. Por ella nos hemos peleado un milenio”, afirma a BBC Mundo Philip Goyret, vicerrector de la Universidad Pontificia de la Santa Cruz de Roma.
Papa vs. patriarca
Pero el tema clave de esta relación es el modo distinto de entender la función de quién manda en la iglesia.
La función del Papa en la católica se entiende como máxima figura de autoridad.
La Iglesia ortodoxa, en cambio, está dividia en patriarcados entre los que existe una igualdad. Hay uno, el de Constantinopla, que actualmente ocupa Bartolomé, al que se considera “primero entre iguales”.
Bartomolé tiene cierta preeminencia, pero no tiene jurisdicción sobre toda la Iglesia ortodoxa.
Además, su patriarcado, con sede en Estambul y con unos 10.000 fieles, no tiene el peso del de Moscú, que con Kiril al frente suma unos 120 de los 200 millones de creyentes ortodoxos. La católica, por su parte, reúne a unos 1.200 millones de fieles.
La iglesia ortodoxa rusa siempre ha estado muy vinculada con el poder, ya fuera con el emperador, con el zar o con el secretario general del Partido Comunista durante la era soviética.
Ahora, Kirill, patriarca desde 2009, mantiene una estrecha relación con el presidente ruso, Vladimir Putin. La oposición al Kremlin critica habitualmente la sintonía entre Iglesia y Estado.
Cuestión de poder
El cisma tuvo mucho que ver también con el poder. En el siglo XI, Europa se estaba evangelizando y comenzaron las luchas por ver a qué iglesia correspondía una determinada misión.
“Ha habido un conflicto de poderes”, explica Goyret. Y de alguna manera persiste y es fuente de tensiones.
Con la llegada del comunismo y la creación del bloque soviético, la Iglesia católica en Ucrania y Rusia fue violentamente reprimida por el Estado, que entregó los templos católicos a la ortodoxa.
Cuando cayó el Muro de Berlín, los católicos recuperaron la libertad religiosa y surgió la tensión porque quisieron recuperar lo que fue suyo.
Los ortodoxos rusos no toleraron bien en los últimos años lo que consideran comointentos de expansión del catolicismo en Rusia. Que el papa Juan Pablo II creara diócesis católicas en el país generó inquietud en Moscú, que lo vio “como una invasión”, cuenta Goyret.
Hoy en día el conflicto pervive en Ucrania, donde la Iglesia católica greco-ucraniana, la segunda más grande del país, tiene ritos orientales, pero responde ante Roma, lo que disgusta a Moscú.
¿Por qué ahora?
A ambas iglesias las une en este momento la preocupación de la persecución a los cristianos, católicos y ortodoxos, y la destrucción de monumentos cristianos en África y Asia, sobe todo a manos del autodenominado Estado Islámico en Siria.
“En esta trágica situación necesitamos dejar de lado nuestros desacuerdos internos y unir esfuerzos para salvar el cristianismo en las regiones donde es objeto de persecución”, afirmó Hilarion Alfeyev, jefe de política exterior de la Iglesia ortodoxa rusa.
Pero Goyret cree que la hipotética unidad futura entre iglesias es el tema que está detrás. “El hecho de estar divididas es escandaloso y perjudica muy seriamente la evangelización. Quita credibilidad al cristianismo”, opina el experto.
De acuerdo con el portavoz del Vaticano, Federico Lombardi: “El encuentro es de una importancia extraordinaria en el camino de las relaciones ecuménicas y el diálogo entre las confesiones religiosas”.
Cómo se gestó el encuentro
Las iglesias ya desde hace años habían dado muestras de querer acercarse. Comisiones de una y otra se desplazaron respectivamente a Roma y Moscú.
Al salir al balcón de la plaza de San Pedro recién elegido papa el 13 de marzo de 2013, Francisco se presentó sencillamente como “obispo de Roma”.
“Esta relación obispo-pueblo es algo muy apreciado en Oriente”, explica Goyret.
El patriarca Bartolomé apreció ese gesto del papa de entender la iglesia como un conjunto de diócesis autónomas no centralizadas en Roma y por ello acudió al Vaticano cuando Francisco tomó posesión.Era la primera vez en la historia que el Patriarca de Constantinopla estaba presente en el acto.
Y fue un hecho simbólico que no pasó desapercibido en Moscú. En noviembre de 2014, el nuevo Papa tendió la mano a Kiril. “Iré donde quieras. Llámame y yo voy”, se ofreció. Y el patriarca ruso atendió la iniciativa.
A ambos los une la preocupación por el medio ambiente, pero no solo eso. “Que el Papa haya tomado distancia de los liberalismos económicos extremos es algo también compartido”, opina Goyret.
¿Y a partir de ahora?
La unidad del cristianismo no ocurrirá de un día para otro, pero el encuentro aparece como un intento de poner en marcha un proceso que exigirá concesiones a ambas partes.
Desde el punto de vista católico, ese acercamiento forma parte de las reformas que quiere avanzar Francisco. Entre ellas, que la primacía papal no sea obstáculo para la unidad de la Iglesia.
“Esas son palabras fuertes porque el llamado ‘ministerio petrino’ viene de la voluntad de Cristo”, explica Goyret.
Por parte ortodoxa, “el problema es inverso”, dice el experto, debido a la falta de una jefatura clara.
La iglesia ortodoxa lleva intentando reunirse desde hace más de 50 años en un sínodo (lo que en la Iglesia católica se llama concilio). Al no haber una autoridad central, no hay quien lo pueda convocar, pero finalmente se va a celebrar en junio en la isla de Creta, en Grecia.
Quizás Kiril enfrente más tensiones internas que Francisco. “Las fuerzas conservadoras en Moscú han dicho que no les gusta la reunificación con Occidente porque los debilita”, afirma Chad Pecknold, teólogo de la Universidad Católica de America, en Estados Unidos.
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